La Basílica de Superga, situada en la colina homónima que domina Turín, es uno de los monumentos más icónicos de Piamonte. Además de su majestuosa arquitectura barroca, la basílica alberga un reloj y un sistema de campanas que han marcado el tiempo y la vida religiosa de la ciudad durante siglos.
Historia del reloj y de las campanas
El reloj de la Basílica de Superga es parte integral de su fachada y representa un elemento simbólico de gran importancia. Su instalación se remonta a la construcción de la basílica, completada en 1731 bajo la dirección del arquitecto Filippo Juvarra. Además de marcar el tiempo para los fieles y los visitantes, el reloj ha sido testigo de eventos históricos significativos, incluida la tragedia aérea del Grande Torino en 1949, cuando un avión se estrelló contra la colina de Superga.
Las campanas de la basílica, por su parte, tienen un papel litúrgico y festivo. Originalmente fundidas para acompañar las funciones religiosas, a lo largo de los siglos han sido objeto de restauraciones y mejoras para garantizar su eficiencia y calidad sonora. Su sonido solemne se oye en toda la ciudad y representa un llamado a la espiritualidad y a la historia de la basílica.
Arquitectura y características técnicas
El reloj de la Basílica de Superga está incrustado en la fachada principal, sobre el portal de entrada. Su diseño sigue el estilo barroco del edificio, con decoraciones elegantes y una estructura que se integra perfectamente con la arquitectura circundante. El mecanismo original era completamente manual, pero a lo largo de los años se ha modernizado con sistemas más avanzados para garantizar la precisión del tiempo.
Las campanas, ubicadas en los dos campanarios simétricos de la basílica, están hechas de bronce y vienen en diferentes tamaños para producir un sonido armonioso y potente. Su disposición sigue la tradición de las grandes basílicas europeas, con un sistema de cuerdas y martillos que permite tocarlas de manera manual o automática.
El reloj y las campanas de la Basílica de Superga no son solo instrumentos funcionales, sino verdaderos símbolos de historia, arte y fe. A lo largo de los siglos, han acompañado la vida de la ciudad y de sus habitantes, siendo testigos de eventos cruciales y manteniendo viva la tradición religiosa y cultural de Piamonte.